miércoles, 10 de noviembre de 2010

Reflexión

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.
Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.Tenemos más medicinas, pero menos salud.
Hemos multiplicado nuestras fortunas, pero interiormente estamos vacíos.
Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.
Hemos llegado a la luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.
Tenemos mayores ingresos, pero menos moral y felicidad.
Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría. Con más comida, pero menos nutrición. Son días en los que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios. Son tiempos de casas más lindas, pero más hogares destruidos. Por eso, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas; pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos en el campo, en la playa; come tu comida preferida; visita los sitios que te gustan.
La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es sólo para sobrevivir. Escribamos aquella carta que pensábamos escribir. Digamos hoy a nuestros familiares y amigos cuánto los queremos. No retrases nada que agregue alegría y felicidad a tu vida. Cada día, hora y minuto pueden ser especiales.

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